Karuna: la compasión como principio universal
Experimentar lo que ese otro vive para trascender placer y dolor al mismo tiempo.
Sarah R.
7/11/20252 min leer


En las tradiciones milenarias del yoga y el budismo, la compasión no es solo un sentimiento pasajero, sino un principio fundamental para el crecimiento espiritual y la transformación del alma.
La obra clásica Los Yoga Sutras de Patanjali, compuesta hace miles de años, sintetiza el recorrido evolutivo del ser humano y nos invita a cultivar cuatro cualidades esenciales: la amistad (maitree), la compasión (karuna), el gozo (mudita) y la ecuanimidad (upeksha). Estas virtudes, aplicadas ante las alegrías y los dolores, ante las virtudes y los defectos de los demás, nos abren a una conciencia benevolente y serena.
El término karuna proviene del sánscrito y se traduce comúnmente como “compasión”, pero su significado es mucho más profundo que las palabras que usamos habitualmente. No se trata solo de sentir pena o empatía, sino de un movimiento del corazón que impulsa a compartir el sufrimiento del otro, a conectar con su experiencia desde una presencia activa y amorosa.
Este concepto ha sido fundamental tanto en las enseñanzas del yoga como en las del budismo theravada, donde los Cuatro Brahmaviharas (o “cuatro estados sublimes”) son vistos como el camino para alcanzar la sabiduría que libera del sufrimiento.
Aunque la palabra “compasión” en nuestro idioma puede evocar ideas de piedad o misericordia, karuna implica un compromiso más profundo: el despertar de una sensibilidad universal que abarca no solo a los seres humanos, sino también a los animales, plantas e incluso a lo que parece inanimado.
Patanjali, siglos antes de Buda, ya nos enseñaba que desarrollar estas virtudes en uno mismo es la clave para lograr la verdadera felicidad y una ecuanimidad que no depende de las circunstancias externas. Así, la compasión se convierte en un acto consciente que trasciende el ego y nos conecta con la totalidad.
Este camino de compasión y amor hacia el otro, reflejo del amor que primero debemos cultivar hacia nosotros mismos, nos invita a vivir con autenticidad y plenitud. Es una invitación a trascender el placer y el dolor, a encontrar la unión con el Todo, ese campo infinito de conciencia que a menudo llamamos Universo, Dios o simplemente Vida.

